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Quiero agradecer por la felicidad en el rostro de mis hijas. Esta injusta y arbitraria situación, nos ha dado dolor y mucha tristeza, pero también nos ha traído esperanza, fe y orgullo. Esperanza en que se haga justicia, fe en las instituciones y sus representantes y orgullo de ser quienes somos.

viernes, 12 de noviembre de 2010

UN ACADEMICO AMIGO

No obstante el dolor permanente que me significa la injusta situación que esta pasando Enrique, quisiera reiterar mi convicción de su absoluta inocencia en el hecho que se le imputa, pero a la vez, creo pertinente dejar a modo de testimonio viviente lo que ha significado su paso y estar para siempre en nuestras vidas.
Soy su amigo, y ese calificativo se construye a partir del año 2007 cuando junto con compartir el mismo trabajo, comenzamos a polemizar respecto de las cuestiones que están bien y de las que están mal en nuestra educación superior. Fueron esos cabildeos el inicio de muchas conversaciones que buscaban aprovechar todos los espacios en que podíamos estar juntos, fuesen la oficina, las reuniones, los viajes a Viña en calidad de clientes frecuentes, etc. Esos momentos fueron dando paso a conocer lo que teníamos en mente pero siempre mirando al futuro, en la certeza que nuestros pasados formaban parte de una cosa juzgada y que se guardaban en el respeto que cada uno siente por el otro.
De pronto no sólo nos vimos compartiendo la crítica en el ámbito de lo laboral, sino que en esa misma crítica se comenzó a fraguar la idea de luchar por esos otros ideales en todos los espacios que la vida académica nos pudiese brindar. Partimos a reunirnos con cuanto actor de la educación fuese posible estar y basados en la libertad del que tiene en mente el bien, partimos a cuanta charla nos invitaron, estuvimos en cuanta idea se pudo discutir, nos involucramos en cuanta licitación pudiésemos participar. De a poco aparecieron los primeros frutos, un proyecto de pos-título por aquí, otro por acá, uno que otro diplomado, siempre con la mente puesta en la modelación y remodelación de la educación, pero por sobre todo abriendo el espacio para el afecto y el aprecio mutuo.
Con pocas personas he compartido tanto en los últimos años, a pocos he conocido con sus ganas de vivir, pocos me abrieron la puerta más sagrada como él “su familia”, a pocos he llegado a querer en esta etapa de mi vida, pocos han tenido la generosidad de enseñarme, a pocos les he enseñado lo bello que es Valparaíso como a él.
Con todo, siempre supimos que la vida nos había puesto antes en tantos distintos caminos. Soy de derecha, me gusta la “U”, me encanta navegar, soy hijo de marino, soy un discreto observador. No obstante ello, nuestras tremendas diferencias de experiencias de vida más que constituir una razón para alejamiento en la lógica de una sociedad que se construye a sí misma mirando para atrás, esas diferencias sirvieron de estímulo para descubrir que las huellas del camino recorrido también podían ser las líneas de base para reinventar el futuro.
Patricia, ahí he estado, aquí estoy y aquí estaré esperando al amigo, al hermano… con el que tengo tanto camino por recorrer, Dios facilita que no sienta temores porque además amo la libertad de una manera desbordante y porque soy un optimista empedernido que tiene la corazonada que nuestros caminos se volverán a encontrar muy pronto.
Con el corazón,
Eduardo Miranda Leyton